OSCURIDAD
 
"Como el fantasma de la cueva platónica, como la imagen cinematográfica, que como las religiones y las luciérnagas, necesitan hacer la oscuridad alrededor para que se manifieste la luz."
J.L.Moraza, "Poros profanos" en Iluminaciones profanas.
Ed. Diputación Foral de Gipuzkoa, 1993, p.s/n.
 
En la oscuridad o ausencia total de luz (VÉASE), el espacio (VÉASE) que nos rodea además de invisible se hace no-dimensional, mientras sus límites (VÉASE)  físicos permanecen allí, definiéndolo, visualmente se han borrado para nosotros. En la oscuridad las formas y los volúmenes pierden la nitidez de sus perfiles, la profundidad queda anulada así como también la extensión y la amplitud, y sobre todo el color, aquellas cosas que con su aparente color propio nos acompañan van perdiéndolo conforme se desvanece la luminosidad. La luz es el elemento constructivo del mundo visible y sin ella lo único que vemos ante nosotros es la propia oscuridad, sustancia penetrable que nos envuelve y en cuya densidad podemos, con cautela, adentrarnos, pues nuestros pasos se relentizan en el espeso ambiente de la oscuridad, el sentido de la mirada cambia y los demás sensores se alertan sintiendo más cualquier ligero cambio. El espacio es como era y sin embargo pasa a ser un espacio sin referencia.

"Cuando, por ejemplo, el mundo de los objetos claros se encuentra abolido, nuestro ser perceptivo, amputado de su mundo, dibuja una espacialidad sin cosas. Es lo que ocurre de noche. La noche no es un objeto delante de mi, me envuelve, penetra por todos mis sentidos, sofoca mis recuerdos, borra casi mi identidad personal. Ya no me escudo en mi puesto perceptivo para ver desfilar desde allí los contornos de los objetos a distancia. La noche no tiene contornos."

Merleu-Ponty, M., Fenomenología del espacio. Ed. Planeta/Agostini. Barcelona, 1985, pág 298. 

La oscuridad más intensa se percibe mejor con los ojos (VÉASE) abiertos, es ese negro abismal y profundo que nos niega cualquier dato. Con los ojos cerrados se mantiene aún la sensación de luz cuando pequeños fosfenos juegan con la sensibilidad de la retina. "Cerremos los ojos para ver" como decía Joyce, o abramos los ojos para comprobar que no vemos nada (VÉASE).