ESPACIO
 
La capacidad humana para comprender y situarse en la continuidad infinita del espacio es limitada, por eso lo separamos y acotamos, resultando así fragmentado por medio de límites  (VÉASE) que señalizan las distintas áreas, es decir, marcando territorialidades dentro del espacio; estos límites pueden ser físicos o intangibles y actúan como señal de diferencia entre las zonas delimitadas.
 
G. Deleuze y F. Guattari, Mil Mesetas. Ed. Pre-textos, Valencia, 1988, p. 322.
 
Condicionado el espacio por esos límites humanos, en él seguimos reconociendo el arriba-abajo, derecha-izquierda, delante-detrás, pero estos ejes más que direccionales son dimensionales, la extensión se ha transformado en interioridad. Estos sistemas de acotación naturales, vivenciales, artísticos o mentales forman parte de las necesidades biológicas, expresivas y cognoscitivas, para relacionarnos con el espacio físico que nos rodea, pero estas acciones de adaptación y comprensión del medio, no constituyen la realidad del espacio. Nos aproximamos a él con necesidad tangible, pero él es sólo un marco inmaterial que nos deja actuar en su interior y establecer limitaciones o acotaciones físicas o mentales.