Panorama
El Panorama puede considerarse como un dispositivo antecedente de las instalaciones audiovisuales inmersivas. El primer panorama (o ciclorama) fue presentado en 1787 por el pintor irlandés Robert Barker, quien ideó la disposición de una gran representación pictórica en una construcción arquitectónica cilíndrica, colocando al espectador en el centro, rodeado por las imágenes, de las que podía obtener una visión de 360º, a veces acompañadas de música y un narrador.
“La pintura del panorama, circular o semicircular, rompió obviamente con el punto de vista localizado de la pintura perspectiva o de la cámara oscura, permitiendo al espectador una ubicuidad móvil. Uno debía al menos a girar la cabeza (y los ojos) para poder ver toda la obra. El diorama multimedia privó al observador de esa autonomía, a menudo situando al público en una plataforma circular que se movía lentamente, y permitía vistas de diferentes escenas y efectos cambiantes de luz.” Jonathan Crary. 2008. Las técnicas del observador. Murcia: Cendeac. p.151
El Panorama supone una inmersión del espectador en la representación, de este modo el ojo y el propio cuerpo del espectador responden y se adaptan a los cambios conceptuales de la noción de movimiento en esa época, y que conllevan un desarraigo del sistema de representación de la perspectiva y el punto de vista único.