¿Qué es el cine procesual?

“La imagen no es un objeto, sino un `proceso´”

Gilles Deleuze [1]

 

El cine procesual se produce en la articulación, la composición y el montaje de los procesos fílmicos con otros procesos sociales y de conocimiento.

En tanto que dispositivo de investigación sobre los propios procesos fílmicos y sobre las posibilidades y transformaciones del medio, el cine procesual es un cine-ensayo. Esta reflexión del medio sobre sí se articula, sin embargo, con otros procesos de investigación en campos heterogéneos; pero no lo hace utilizando el cinematógrafo como una herramienta externa a esos campos diversos (con un papel de ilustración o representación audiovisual que opera desde el exterior de los mismos) sino que se articula con ellos desde el interior de estos otros procesos de investigación, componiéndose directamente con sus formas y procedimientos en tanto que dispositivo incorporado de escritura, de pensamiento y de expresión.

El cine procesual es un cine-escritura, un instrumento de conocimiento que investiga sobre los modos de transmisión audiovisual que es capaz de aportar el medio fílmico en procesos cognitivos diversos y transformaciones sociales en curso, actuando desde el interior de los mismos como un operador de problematizaciones, de puestas en cuestión y en común, de análisis y reflexión colectivas.

El cine procesual no practica, entonces, tanto una “puesta en escena” como una puesta en relación fílmica. “Una imagen nunca está sola, lo que importa es la relación entre imágenes”, decía Deleuze. Proceso relacional, proceso de puesta en relación y de composición múltiple de procesos, el cine procesual está inmerso en un trabajo compositivo de la propia imagen como proceso y no ya como objeto (publicitario, de consumo, de espectáculo o de entretenimiento). Presencias temporales extendidas y procesos experimentales abiertos, cada objeto-película de cine procesual es una parte más de esta conjugación múltiple de procesos y no su objetivo único, y cuestiona en la práctica la noción misma de “película” y sus formas convencionales de existencia.El cine procesual aborda de este modo la transformación del dispositivo fílmico en su conjunto (las formas narrativas y visuales tanto como las estrategias de producción y distribución, los medios y circuitos de acceso y de recepción tanto como las formas sociales de uso) en función de los procesos sociales y de conocimiento con los que se compone. Es importante aclarar, sin embargo, que no estamos hablando aquí de ninguna metodología (sea de “cine sin autor”, de “cine colectivo” o de “cine participativo”). Hay que distinguir en cada caso procesos y procedimientos. En el cine procesual, son los procesos los que determinan los procedimientos, y no a la inversa.

No un cine hecho sobre tal o cual comunidad (cultural, de práctica o de investigación) sino con ella, desde y a partir de una comunidad cualquiera. Ese es el planteamiento del cine procesual: colaborar con medios fílmicos y en el seno de una comunidad concreta en la problematización y el esclarecimiento de las situaciones, en el desarrollo propio de sus procesos y sus transformaciones.

¿Cómo trabajar las imágenes en tanto que procesos y no ya como objetos? Esa es la pregunta fundamental que abre el cine procesual, pregunta que hay que formular y responder en cada caso con imágenes concretas y con procesos compositivos reales.

 

Miguel Ángel Baixauli

 

[1] Gilles Deleuze, L´Epuisé, citado por Miguel Morey en “Hablar y ver”, VV.AA, El arte en cuestión, Edición a cargo de Álvaro de los Ángeles, Diputación de Valencia-Sala Parpalló, Valencia, 2010, p 219.