La idea de entrar en la pantalla de proyección es un clásico del cine. En Sherlock Jr., Keaton, mientras proyecta una película en la sala de cine, sueña que entra en la pantalla y se integra/no-integra en los cambios de plano que allí acontecen. No todo encaja en el devenir -ni en el film ni en la vida; la realidad de las cosas que pasan o los deseos proyectados que, en nuestro proyecto, aluden a la problemática de un barrio, señalan una situación que amenaza con dejarnos/dejarte fuera de lugar.

La decisión de ampliar una avenida en Valencia que atraviesa el barrio del Cabanyal y supone el derribo de muchas de sus casas, movilizó al vecindario organizando, desde 1998, Cabanyal Portes Obertes: es una convocatoria popular en la que, durante un mes, los vecinos del Cabanyal te invitan a entrar en sus casas convertidas, los fines de semana, en lugares de exposición. A través de intervenciones artísticas se posibilita el acceso a un espacio privado y doméstico donde recuperar el intercambio comunicativo.

«¿Cuál es la relación de la obra de arte con la comunicación? -se pregunta Deleuze en la conferencia «Qu’est-ce que l’acte de création?»- a lo que él mismo responde: Ninguna. La obra de arte no es un instrumento de comunicación. La obra de arte no tiene nada que hacer con la comunicación. La obra de arte no contiene estrictamente la menor información. En cambio, hay una afinidad fundamental entre la obra de arte y el acto de resistencia. Ahí, sí. En calidad de acto de resistencia, la obra de arte tiene algo que hacer con la información y la comunicación».

Cuando Josu Rekalde nos invitó a participar en esta exposición, propició trasladar la información de esta problemática concreta y local, y comunicarla a través de los recursos tecnológicos que nuestra sociedad produce y consume. Con el objetivo de involucrar al espectador hemos planteado un sistema de circuito cerrado que introduce su imagen en la escena, ocupando una silla vacante que aparece en las cinco conversaciones que grabamos con vecinos del barrio, en las que nos cuenten los actos de resistencia que han realizado para defender sus casa, su modo de vida.

La instalación se compone de dos espacios, uno de reducidas dimensiones que actúa a modo de cabina de proyección, en él el espectador sentado puede activar las diferentes conversaciones pregrabadas al tiempo que su imagen es incluida en la proyección, desde este lugar y mientras trascurre la conversación puede encontrar información adicional sobre lo que le están explicando. En el espacio de proyección los demás espectadores ven la fusión de la imagen pregrabada y la del usuario del interactivo superpuesta.

El Cabañal, en este proyecto, ha tomado otra localización: la instalación permitirá trasladar la problemática a otros espacios, de modo que, a través de la imagen proyectada, los vecinos del barrio invitan a los espectadores que lo deseen a entrar en sus casas y participar en su conversación. Un encuentro de espacios, tiempos y voces; un Entre siguiendo el método de Godard: «Entre dos acciones, entre dos afectos, entre dos percepciones, entre dos imágenes visuales, entre dos imágenes sonoras…» para intercalar ideas de ida y vuelta, entre…

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