FOTOGRAFíA
 
La superficie fotográfica obedece inicialmente a efectos físicos y ópticos, pero es la acción química de la luz (VÉASE) sobre los cuerpos, lo que le otorga su materialidad, expresando ese extraño concierto de naturalezas desplegadas, es decir, primero la onda electromagnética de la luz incide sobre la película sensible, y en ese momento se inicia la fase química del proceso en el que la luz altera la estabilidad de la materia, constituyendo el origen de la imagen fotográfica como tal.

Esta huella fisico-química se propaga por contacto, es decir, se puede multiplicar innumerables veces por contigüidad de esa materia fotosensible, pero al mismo tiempo lo que esa huella nos muestra es una "instantánea", indica algo singular, lo acontecido en el devenir durante un tiempo infinitesimal, imperceptible para el ojo. Benjamin alude a ello como "inconsciente óptico".

No se pueden pues reducir las características de la imagen fotográfica a la problematicidad de la reproducción de lo visible en tanto que mímesis, la fotografía es una imagen técnica (VÉASE) y como tal implica un lenguaje simbólico que incide en los códigos de la cultura, (los que rigen en cada momento su lenguaje, sus esquemas perceptivos, sus cambios, sus técnicas, sus valores o las jerarquías de sus prácticas); y en este sentido actúa deconstruyendo esos códigos.
La hibridación del proceso fotográfico con los sistemas digitales de tratamiento de la imagen por ordenador puede incidir aún más en este sentido, dado que permite ampliar "el pontencial simbólico" de la imagen (VÉASE). La digitalización posibilita la modificación del soporte rectangular que viene condicionado por las características del fotograma y extender así el carácter dimensional de la imagen tanto en cualidades espaciales como temporales.
 

J.L. Brea, Un ruido secreto. Ed. Mestizo. Murcia, 1996, pág. 35.