MOVIMIENTO
 
Insertos en un mundo de continuo devenir, resulta sin embargo muy difícil sentir su imagen, pensarlo como tal, como cambio y movimiento en continuidad. Tanto el lenguaje como el pensamiento, al operar por representaciones, requieren descomponer el movimiento en vistas yuxtapuestas que paran y fijan el carácter fluido de la realidad. Fragmentamos el espacio, acotándolo con geometrías que orientan nuestra posición para no perdernos; fragmentamos el tiempo, midiendo espacialmente el paso de las horas para situarnos en el ahora; codificamos secuencialmente el cambio y el movimiento para percibir un mundo estable. Pero el cambio y el movimiento se producen como continuidad heterogénea indeterminada, como un fluido continuo que se hace palpable en la materia que se mueve y proviene de una pluralidad irreductible. //Como acontecimiento, el movimiento expresa algo más profundo, el cambio en la duración (VÉASE) o en el todo; que la duración sea cambio implica que ante cada movimiento la materia no sólo se traslada sino que hay también un cambio cualitativo. Es, ante esta turbulencia de materias que fluyen, que el pensamiento siente el vértigo de lo inestable, de lo nunca alcanzable, porque ya no es. Todo es río heraclitiano, todo cambio continuo. Inserto en esta experiencia de lo movible, Bergson admite que sentir ese movimiento continuo como algo indescomponible es una tarea jamás realizable del todo.