"Un libro no tiene objeto ni
sujeto, está hecho de materias diversamente formadas, de fechas
y de velocidades muy diferentes. Cuando se atribuye el libro a un sujeto,
se está descuidando ese trabajo de las materias, y la exterioridad
de sus relaciones. Se está fabricando un buen Dios para movimientos
geológicos. En un libro, como en cualquier otra cosa, hay líneas
de articulación o de segmentaridad, estratos, territorialidades;
pero también líneas de fuga, movimientos de desterritorialización
y desestratificación. Las velocidades comparadas de flujo según
esas líneas generan fenómenos de retraso relativo, de viscosidad,
o, al contrario, de precipitación y de ruptura. Todo eso, las líneas
y las velocidades mesurables, constituye un agenciamiento. Un libro es
precisamente un agenciamiento de ese tipo, y como tal inatribuible. Un
libro es una multiplicidad".
G. Deleuze
y F. Guattari. Mil mesetas. Ed. Pre-textos, Valencia, 1994, p. 9-10.